miércoles, 17 de julio de 2019

Una semana en Pamplona

Alguna vez me han dicho que mi tono de voz es parecido a la de los navarros. La gente desconoce la relación que en otra época hubo entre la gente de Cuéllar y la de Pamplona, y puede que alguno de mis ancestros estuviera aquí, en Navarra.

He venido a pasar una semana y a tratar de conocer esta ciudad, porque la provincia, creo que la conozco bien.

Sin duda alguna en San Fermín llama la atención, por encima de todo, el color blanco y rojo, la música de las peñas y el ambiente festivo y de toros. ¡Y los pinchos!

Gente guapa, que yo creí que eran pamploneses, pero no, eran ciudadanos de medio mundo. Pocas nacionalidades se quedan al margen. Y cuando se van, el espacio multi racial es sustituido por otro más monocorde y gris.

Y también gente con mucho dinero He visto dejar no pocas propinas de 10 € a las actuaciones callejeras. Americanos y australianos e ingleses fundamentalmente.

He estado viviendo en un apartamento en el casco viejo. Y verdaderamente me lo he pateado de arriba abajo.

Muy grande y todo peatonalizado con un enlosetado de gran calidad, qué se hizo, no menos de hace 20 años, por un alcalde del partido nacionalista navarro. Es ahí donde se dan las fiestas, los encierros las charangas, el bullicio.

También donde se dan los mejores pinchos de todo Pamplona, en las calles Estafeta, San Nicolás y San Martín.

La Plaza del Castillo sigue siendo el centro neurálgico de la ciudad con su famoso Café Iruña y su casino.

Y la avenida principal, ya fuera del casco viejo, es la de Carlos III de Navarra, qué es el rey más querido, tanto, que le tienen enterrado en la catedral con su esposa Leonor de Trastámara en un sepulcro yacente impresionante. Empieza esta avenida en la plaza del Castillo y termina en el Monumento a los Caídos, con ese monumento cúpula, que hizo Franco y que los abertzales ahora quieren demoler.

Allí viven los nacionalistas, como también en los chalets de la plaza de la Media Luna, mientras que el casco viejo está ocupado por gente más ideológicamente abertzale, tanto que han conseguido con un gobierno de Bildu poner en las calles placas de los comunistas, sólo de ellos, que allí vivían y que fueron caídos entre los años 36 y 37.

Llama mucho la atención la limpieza pues a pesar de estar en fiestas está todo bastante limpio y los servicios al respecto, se emplean a fondo para dejarlo impecable cada madrugada. Han instalado un sin fin de servicios portátiles, como también otra multitud de escenarios para dar cabida a las variadas actuaciones de orquestas, danzas y espectáculos folklóricos de muchas de sus comarcas.

Son gente que tiene buen nivel de vida, muy contentos con su sanidad con sus instalaciones y con sus servicios, pero a mí me parece que muy dirigidos, y yo creo que la verdadera libertad falta en Pamplona. He visto poner multas de 1000 € por coger el cuerno de un toro, otros 1000 porque el helicóptero ha identificado a una persona que se ha subido a otro toro en el Monumento a los encierros, Y aplicar la Ley de Violencia de Género de una manera que no se entiende.

Y se está introduciendo una euskaldunización que yo creo que es imparable, aunque muchos me han asegurado que se resistirán porque no quieren depender de los vascos.

No se ve gente besándose por la calle, mucho lingotazo y poco abrazo o besazo; sin vaso en la mano están inseguros

Todo el mundo viste de una manera bastante discreta y lo he podido comprobar después de finalizar San Fermín. Eso sí, la gente muy amable y con ganas de hablar con el foráneo que les solicita alguna información.

De arte, hablamos otro día

Gora San Fermín