viernes, 14 de febrero de 2025

Carta de amor

 Mi amada Ángela

Hoy, al amanecer, mientras el sol tímidamente deslizaba sus rayos sobre el horizonte y el viento acariciaba con ternura las hojas de los árboles, he tomado mi pluma para hablarte desde lo más profundo de mi alma. No es la primera vez que intento traducir en palabras lo que siento por ti, pero cada vez que lo hago, me doy cuenta de lo insuficiente que es cualquier lenguaje humano para abarcar la magnitud de mi amor.


¿Sabes, Susanita? Eres como un verano perpetuo en mi vida. Donde antes había días grises y monótonos, llegaste tú con tu risa, esa melodía que lo llena todo de colores. Porque tú, con tu manera de disfrutar cada instante, de saborear hasta la más pequeña de las alegrías, me has enseñado que la vida no es un simple transitar, sino un festín que merece ser degustado sin prisas, con los sentidos abiertos y el corazón dispuesto.


Eres la esencia de la feminidad, un misterio envolvente que fascina y desconcierta a partes iguales. Tu caminar es una danza, y tus gestos, pequeñas obras de arte que hipnotizan a quien tenga la fortuna de observarte. Pero lo que más amo, lo que me quema por dentro y me eleva al cielo, es esa dulzura tuya, esa manera tan complaciente y amorosa que tienes de entregarte a los demás. Tú, Susanita, no solo amas; haces que cualquiera que reciba tu amor se sienta como el ser más afortunado sobre la tierra.


Y qué decir de tu pasión, mi vida. Esa llama ardiente que ilumina nuestras noches, que convierte cada encuentro entre nosotros en un incendio que deseo nunca extinguir. Contigo he aprendido que el deseo no es solo un fuego pasajero, sino una chispa divina que, cuando se comparte con la persona correcta, puede durar eternamente. Tus caricias son poesía escrita en mi piel, y tus labios, promesas cumplidas de un paraíso al que siempre quiero regresar.


Sin embargo, hay algo más, algo que es tan nuestro que me estremece pensarlo: cómo bailamos juntos. Bailar contigo, Susanita, es entrar en un universo aparte, un mundo donde no existen palabras, solo el lenguaje secreto de los cuerpos. Cuando tomamos la pista, no somos dos personas; somos un solo ser que se mueve al ritmo de la música, como si estuviéramos hechos para danzar eternamente.


Eres sublime al bailar, y no solo porque tus movimientos son perfectos, sino porque sabes transmitir algo que va más allá de la técnica. Cada giro, cada paso, cada pausa que compartimos es un diálogo profundo, una conversación sin palabras donde nuestros corazones hablan, ríen y se abrazan. En esos momentos, siento que todo lo que soy se funde contigo, como si la música fuera nuestra cómplice y el tiempo dejara de existir.


Recuerdo la noche en la que Alejandro Canals, cantaba en el hotel Bali de Benidorm ese bolero que tanto nos gusta. Cerré los ojos, confié en el compás, y allí estabas tú, guiándome sin que hicieran falta palabras. Nadie más existía a nuestro alrededor, solo tú y yo, flotando en un mar de notas. En esos instantes entendí que bailar contigo no es solo un acto físico; es un acto de amor, de entrega absoluta. Tus pies saben lo que mis pies quieren hacer antes incluso de que yo lo decida, y eso, mi vida, no se aprende; eso se siente.


Si alguna vez, Susanita, dudas de cuánto te amo, solo piensa en esto: en cada estrella que ilumina el firmamento, en cada ola que besa la orilla, en cada flor que se abre al sol, ahí estoy yo, susurrando tu nombre al universo. Porque no hay lugar ni momento en el que no piense en ti, ni en el que no desee tomarte de la mano y perderme en la eternidad contigo.


Te amo por todo lo que eres y por todo lo que haces que yo sea. Porque contigo no solo soy un hombre enamorado; soy un hombre completo, capaz de ver el mundo con otros ojos, de soñar con otros horizontes, de vivir con más intensidad. Tú eres mi luz y mi brújula, mi refugio y mi inspiración. Y por eso, Susanita, aunque escribiera mil cartas como esta, nunca podría expresar del todo lo que significas para mí.


Hoy, al terminar estas líneas, me doy cuenta de que no importa si estas palabras son dignas de un premio o no. Lo único que importa es que, al leerlas, sientas al menos una pequeña parte del amor inmenso que siento por ti. Porque, mi amada, el verdadero premio es tenerte a mi lado.


Siempre tuyo,

El que te ama sin medida


El certamen de “Cartas de Amor” organizado por la Delegación de Personas Mayores de San Sebastián de los Reyes ha cumplido veintiuna ediciones y ya tiene nombres propios. Premios que se entregaron el pasado jueves 13 de febrero por la tarde en el Centro Municipal Gloria Fuertes. Con pasión, nostalgia y emotividad, San Valentín conquistó el salón de actos.

Entre tantos textos sentidos y bien escritos, la ganadora fue Mª Carmen González Blázquez con “El solterón”, seguida de Mª Loreto Débora con “Recuérdame siempre” y José Luis Muñoz por “Mi amada Ángela”


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Aquí están publicadas las tres. 

¿Cuál os gusta más? 

Para mi... tongazo!! 


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