Dice Eduardo Punset que los recuerdos más imperecederos son aquéllos que no entran en competencia unos con otros. Los míos son de los años 50 en mi pueblo Una planta gozaba de todas las bendiciones: el romero, que se recogía en los pinares del Cega y cuya fragancia se recrea en mis recuerdos.
Antes del nacimiento de Cristo el romero ya era reconocida como una especie notable para la conservación y el aroma de los alimentos y como remedio medicinal. Todavía hoy mi padre soluciona la mayoría de sus males con friegas con alcohol de romero.
La iglesia católica cristianiza esta planta y la bendice desde todos los ángulos. Recordemos el famoso villancico:
"la virgen está lavando
y tendiendo en el romero,
los pajaritos cantando
y el romero floreciendo"
Es decir, el contacto del romero con los pañales del niño Dios hace el milagro: el romero florece.
Todas las culturas han valorado los elementos mágicos de protección que el romero proporciona y todas conocían sus virtudes añadidas. Las gitanas siguen hoy vendiendo romero como símbolo de buena suerte y en muchas celebraciones litúrgicas está presente.
En mi pueblo el día de Domingo de Ramos se depositaba a la puerta de la iglesia una carga, para que cada cual cogiera unas ramas, que representaban la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de un jumento y que una vez bendecido durante la misa, servía para proteger las pertenencias de la gente durante ese año, allá donde se depositara.
El 3 de Mayo se celebraba la invención de la Cruz. Se llama así, porque en latín el verbo invedia significa descubrir. Supuestamente ese fue el día en que Santa Elena, la madre del emperador Constantino encuentra enterrada la santa Cruz en Jerusalén. Y en esas cruces de mayo se bailaba y se organizaban altares donde el romero era el elemento de ensamblaje de esas cruces.
En el famoso “árbol de Mayo”, celebración primaveral que generalmente se hacía coincidir con el primer domingo de dicho mes y que tenía, antiguamente, connotaciones rituales totémicas a la divinidad primaveral o de los árboles, que se han ido perdiendo con el paso de los tiempos, los mozos traían a la plaza del pueblo el más alto de los árboles que encontraran. Instalado en la plaza, uno de los principales adornos que se colgaban de él era también el romero.
Esta cultura del romero que todos los pueblos han valorado ha hecho que en muchos lugares se recuerde el famoso dicho:
" el que ve romero y no lo coja,
del mal que le venga, elija".
¡Entienden ahora por qué la fragancia del romero viene a llamar a mi memoria!
José Luis Muñoz Gómez
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