miércoles, 11 de enero de 2012

CÓMO ÉRAMOS

Para comenzar diré que toda mi formación ha sido laica desde la escuela primaria hasta la universidad.>Sin embargo, he de confesar que siento una sana envidia hacia la gente que se formó en los seminarios. Veo en ellos un tamiz humanístico, un saber casi renacentista con una serie de sustratos literarios, filosóficos, históricos, poéticos, psicológicos y de otras índoles, que ,como las capas de una cebolla, conforman su sólida cultura.>Basta comprobar cómo las mentes más preclaras de este país y los profesionales de más entidad han salido, en su mayoría, de esos seminarios..algunos, eso sí, dicen que con traumas sexuales a sus espaldas.¿Y qué tenía aquella enseñanza para dar tan óptimos resultados?. En 1º lugar era una formación muy selectiva intelectualmente. Era el refugio de chavales con un sustrato económico muy bajo, a los que los maestros rurales habían recomendado no abandonar los estudios y sus padres habían sido convencidos por aquellos de que el seminario era la vía adecuada si no la única.Eran centros de trabajo intelectual muy exigentes. A los niños de cortas edades se les exigían responsabilidades que hoy se demoran bastante, como leer a los clásicos, redactar con estilo, aprender una semántica prolija, una etimología concienzuda, dominar la retórica y la dialéctica y un sin fin de saberes, que aprendidos pronto se olvidarán tarde, y que dan esa pátina a quienes los poseen.Era una enseñanza muy disciplinada. Las normas eran muy claras, los mensajes nada confusos, los madrugones notables, las horas de estudio prolongadas, los medios naturales escasos, el esfuerzo largo, el recogimiento interior una práctica diaria y la meditación abundante.La actividad física era casi espartana.”Mens sana in corpore sano” se decía. Mucha gimnasia activa y mucho fútbol en patios plagados de gente, donde el regate corto y el toque de balón era esencial para controlar la situación y la superación personal. Predominaba la austeridad y por ello el mobiliario duraba varios lustros a base de lijados y encerados realizados por los propios seminaristas. Por resumir, los medios eran muy escasos y aún así daban rendimientos muy altos.Habían muchos exámenes, tanto de asignatura como globales, donde había que demostrar que los sedimentos o posos culturales te iban impregnando tu mente juvenil. Pues bien la enseñanza actual es todo lo contrario y en mi opinión adolece de graves defectos: Falta de austeridad. Al niño de hoy en día se le da “todo” antes de que lo pida. Incluso explicaciones. Baste este elemental ejemplo: en mi instituto se proporciona a los adolescentes condones para el fin de semana sin que los soliciten. Por si acaso, no sea que vaya a coger el SIDA. Estoy completamente seguro que el 95 % no los van a utilizar por falta de ocasión. Algunos de ellos se podrán preguntar:¿Seré yo un bicho raro que semana tras semana no soy capaz de usar el preservativo? Con el consiguiente sentimiento de culpa o de inferioridad .Otro ejemplo: A mi sobrino le regalan infinidad de juguetes que a la media hora abandona, porque le aburren. ¿No nos habremos dado cuenta de que todo lo que es regalado sin ser solicitado mata la ilusión de conseguirlo, porque no requiere esfuerzo ni se sueña con ello?.

Falta de controles globales o reválidas. No sólo ya para hacer del estudio una actividad meditada, sino para evitar que los títulos se degraden. Nada más progresista ni más beneficioso para las clases humildes que ir seleccionando a la gente mediante controles que valoren el esfuerzo realizado. Es la única manera de ascender de clase social y de ocupar parcelas de poder y de responsabilidad. Los partidos y sindicatos de izquierda parecen no comprender esto o se han puesto en contra de los intereses de los más desfavorecidos.

Si una fábrica necesita a un trabajador cualificado y a esa cualificación han llegado por esfuerzo tres personas, cada una de ellas tendrá más oportunidades que si se ha permitido llegar a doscientas sin cualificación ni esfuerzo. Seguro que la fábrica contratará, en este último caso, al enchufado de turno por clientelismo o parentela.La falta de disciplina. En las aulas es nuestro caballo de batalla. Las minorías que no desean estar en los centros serían felices en otros campos de realización humana.Serían maravillosos mecánicos, torneros, peluqueros...qué sé yo... y además ¡felices! Si quieren algún día proseguir sus estudios, la sociedad les ha dejado las puertas abiertas. Pero empeñarse el Estado en creer que es progresista el tener a los chicos encerrados, a su pesar, en algo que odian es cuanto menos una nefasta engañifa.Influencias negativas externas.La televisión, los móviles, Internet son poderosos medios que bien usados dan muchas posibilidades, pero nada para los jóvenes es más ilusionante que la trasgresión. Con ella y sin el adecuado control de sus padres, los adolescentes se van enganchando a lo peor de esas tecnologías y con ello van perdiendo la inocencia y quemando en sus vidas etapas irrecuperables.¡Y eso es lo peor que le puede ocurrir a toda persona!

1 comentario:

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    Un saludo
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