En los trucos con cartas, de los que soy algo experto, el “engañado” siempre cree que lo ha sido en un momento radicalmente distinto al que de hecho lo fue.
Generalmente coge la carta que quiere el trilero que coja y ahí está el verdadero engaño. Los demás pasos son variantes y adornos para revestir el truco con una parafernalia que parezca inverosímil.
Lo mismo ocurre con los silogismos y por ende con todos los razonamientos humanos.
Siempre se ha dicho que el que justifica una cosa por muy tremenda que sea, ya tiene todas las bendiciones para que casi nadie se la repruebe. Y a menudo, utiliza para ello de silogismos encadenados, donde un razonamiento es consecuencia del anterior y así sucesivamente. Casi siempre, todo es lógico, todo tiene sentido común y por lo tanto comúnmente aceptado.
Como en las cartas el truco está al comienzo. Se parte de un axioma falso que todo el mundo da por verdadero porque nadie se ha parado a analizar y desde él se encadenan verdades o juicios irrefutables por muchas escrutaciones que se hagan de ellos.
Para negar “la mayor” hay que desenmascarar el proceso a la inversa.
Hagan uds. alguna práctica. Yo me permito poner un ejemplo: “Dos personas siempre saben más que una sola por muy poco que sepa la segunda”
De este juicio se derivan y justifican, eso sí con una teoría muy elaborada, el voto popular, el asociacionismo, la democracia, los partidos políticos, los sindicatos...y hasta la convivencia misma. Estoy seguro que a uds. se les ocurren otras dos mil cosas.
Pero volvamos a la mayor:¿Es cierto que Galileo y su vecino o que Newton y su cuñada sabían más que ellos solos?.
PIÉNSELO, y luego me contestan
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