miércoles, 11 de enero de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA ENSEÑANZA

Desde hace siglos la sociedad ha tomado medidas para no disolverse: La selección de los mejores, la promoción de la responsabilidad individual, el valor del esfuerzo, la meritocracia, el liderazgo moral, etc.

Pues bien, desde que Rubalcaba, Marchesi y sus adláteres tomaron posiciones en el Ministerio de Educación, parece que estas medidas se hubieran disuelto hoy en día.

A cambio, nos han ofrecido otras de dudosa eficacia que paso a analizar:

Tolerancia: No en el significado más positivo de respeto a la persona, sino a un relativismo de considerar que nada es verdadero, que sólo hay opiniones, no certezas.

Inspirándose en Vattimo, el adalid del pensamiento débil que decía que la verdad no existe.

Plumillas ebrias de una generosidad que se disfraza de amor a lo diverso han manido tanto la palabra tolerancia, que la han dejado sin significado y los voceros de aquellos que echan por la borda cualquier pretensión de orden y concierto, han llevado a que sea entendida como ausencia de convicciones profundas. De suerte que, quien hoy en día tiene convicciones es tachado de fundamentalista.

Fe versus raciocinio: Una nueva doctrina se ha implantado, producto de la impostura de los medios de comunicación del grupo Prisa, y es que una mentira repetida muchas veces puede convertirse en verdad. El ejemplo más evidente es el de que “España envió tropas a la guerra de Irak”.

Podría decirse “España envió tropas a la posguerra de Irak”.Sería lo correcto, pues la guerra ya había finalizado. ¡Pues no!. Es la mentira repetida, y que pasa a la opinión pública e incluso a la Historia como verdad.

No importa que las cosas sean como realmente son, sino que los hombres crean en ellas. Es el misterio de la fe y de sus grandes beneficios, y ya se encargan Polanco y sus acólitos de mantener viva esa fe adulterada.

Como decía, el beneficio de la fe no reside en lo que se cree, sino en el hecho de creer. Basta con creer para ser dichoso. La fe hace de nosotros mismos, niños recién nacidos, seres nuevos, distintos... Aquello que se cree, pues, es aquello que existe.

¡Y con qué fe acuden las levas al quiosco a comprar El País y cuán sagrados son sus textos para gente que nunca contrasta opiniones plurales!

Hedonismo, éxito fácil, egoísmo social, desprecio a la cultura. Se explican por si mismo. Sida mental lo llama Louis Pauwels y cáncer moral Adriana Fallaci.

A todo ello ha contribuido la televisión con los próceres, gurús o abanderados de la izquierda; los Pepe Navarro, Jordi Sarda, Mercedes Milá y demás monstruos que, cuando comenzaban sus emisiones según la ¿progresía?, hacían unos programas rompedores que iban a cambiar la mentalidad de las gentes para que a España no la reconociera ni Dios.

Lo más que han conseguido son unos vomitivos programas, que la basura a su lado huele a perfume.

Discriminación positiva. Con ella lo único que hacemos es enervar las posturas y tender hacia una espiral de violencia. Se puede y se debe tener discriminación positiva para premiar -las becas, el trasporte escolar o la comida gratuita en los comedores escolares son medios de una discriminación positiva favorable-, pero nunca para condenar. A igual acto delictivo, igual condena.

Se puede aceptar el “in dubio pro reo” como viene aplicando la jurisprudencia desde los tiempos de Roma, pero mantener una discriminación del tipo que sea es siempre consentir una injusticia.

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